Este 24 de mayo será muy distinto en los colegios salesianos de Andalucía. Paralizado el curso por el coronavirus, vacías las aulas y los patios de su algarabía infantil, las banderas rosas y celestes ondean con menos alegría. Es un día de María Auxiliadora extraño, sin reencuentros, sin procesiones, sin cercanía. Y eso se deja sentir especialmente en el antiguo convento sevillano de la Trinidad, bendecido desde hace 125 años por la presencia de la Virgen de Don Bosco.
La imagen de María Auxiliadora llegó a Sevilla el 6 de marzo de 1895 procedente de los talleres catalanes de Sarriá y fue bendecida el 30 del mismo mes en un acto presidido por el cardenal Sanz y Forés y amadrinado por la infanta María Luisa. Su devoción alcanzó gran auge en poco tiempo, llegando a contar su procesión con uno de los cortejos más nutridos de la ciudad y un excepcional ambiente de fervor popular en el entorno de la calle Sol. Fruto de esta devoción fueron reconocimientos como la coronación canónica, el 13 de mayo de 1954, la concesión de la Medalla de Oro de Sevilla en 1996 o la consagración de su templo como basílica menor el 29 de mayo de 2008.
El programa de actos conmemorativos del aniversario ha quedado a medias. La exposición sobre la historia de la Archicofradía en el Teatro Domingo Savio, el traslado extraordinario de la imagen a las instalaciones del colegio o el recorrido especial previsto para la procesión del 30 de mayo tendrán que esperar a mejor ocasión. Pero sí quedará para el recuerdo este audiovisual que resume la historia de la presencia salesiana en Sevilla. Una historia que solo puede entenderse rendida a las plantas de María Auxiliadora.
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