El 12 de octubre de 1492 nacía un idilio. Una relación que, como todas las historias de pareja, ha pasado por altibajos, ha dejado cicatrices y también ha engendrado una prolífica descendencia. El 12 de octubre de 1492, Europa y América se miraban por primera vez a los ojos. Un encuentro en el que Andalucía fue catalizadora imprescindible y el esfuerzo de su gente decisivo para materializar la quimera de Colón.
El enigmático marino firmó en Santa Fe los acuerdos que permitieron el primer viaje transoceánico, vivió en Córdoba un romance con Beatriz Enríquez de Arana del que nació su hijo Hernando y sus restos descansan, tras viajar casi tanto como lo hizo en vida, en la Catedral de Sevilla. Sin embargo, es la provincia de Huelva la que concentra más rincones vinculados a la historia descubridora.
Palos de la Frontera fue el punto de arranque del viaje y conserva algunos de los enclaves que conocieron Colón y su tripulación. La iglesia de San Jorge es un edificio gótico-mudéjar de mediados del siglo XV, probablemente levantado sobre las bases de un templo anterior. Sus campanas llamaron a la población palerma en mayo de 1492 para la lectura del decreto de los Reyes Católicos que ordenaba la entrega de dos carabelas a Cristóbal Colón. A los pies del pequeño cerro en el que se alza la parroquia, un templete de ladrillo del siglo XIII protege la Fontanilla, el surtidor en el cual se abastecieron de agua la Pinta, la Niña y la Santa María antes de partir buscando las Indias.
Nuestra visión del Palos colombino no estaría completa sin visitar la casona renacentista de la familia Pinzón. Si fue Colón quien peleó para conseguir el apoyo de los reyes a su sueño, a los Pinzones, especialmente a Martín Alonso, se debe el haber convencido a los navegantes locales, reacios a ponerse a las órdenes de un capitán extranjero con una empresa de dudosa viabilidad. El edificio, que hasta 1969 fue propiedad de los descendientes de Pinzón, alberga hoy una exposición de documentación y utensilios de la época descubridora, además de destinar una sala a otro viaje pionero que tuvo a Palos como origen: el del hidroavión Plus Ultra.
Hay otras localidades onubenses con monumentos que guardan la huella colombina. En la capital, el santuario de la Virgen de la Cinta recuerda con un panel cerámico de Zuloaga la promesa hecha por el almirante de acudir a dar gracias a la patrona de la ciudad tras sobrevivir a una tormenta en el viaje de vuelta. Otra promesa lo llevó al monasterio de Santa Clara de Moguer, uno de los conventos femeninos más poderosos de esa Andalucía que se asomaba a la Edad Moderna. Su abadesa, Inés Enríquez, era tía de Fernando el Católico y envió cartas al monarca avalando las tesis de Colón.
Sin embargo, si hubo una comunidad religiosa que impulsó decididamente el primer viaje a América fue la del monasterio franciscano de La Rábida. Religiosos como fray Antonio de Marchena, reputado astrólogo, o fray Juan Pérez, antiguo confesor de la reina Isabel, fueron determinantes tanto para allanar la voluntad de los monarcas como para templar el ánimo de Colón. Testigo de aquellos desvelos fue la Virgen de los Milagros, talla gótica de alabastro que se conserva en la capilla sacramental del monasterio y preside cada año una romería a finales de agosto.
Es a los pies del monasterio donde podemos sumergirnos de manera más directa en lo que fue aquella travesía. El Muelle de las Carabelas fue inaugurado en 1994 para albergar las reproducciones de los tres navíos descubridores construidas para los fastos del quinto centenario. También se recrean el ambiente del Palos medieval y un poblado de la isla de Guanahani, el primer punto donde los conquistadores europeos echaron el ancla en América. Con más de 200.000 visitantes al año, el Muelle es uno de los principales reclamos turísticos de la provincia onubense.
Visible desde la cubierta de las carabelas, al otro lado de la desembocadura del río Tinto, un gigante vigila el abrazo de sus aguas rojizas con las blancas del Odiel. La escultura norteamericana Gertrude Whitney labró en 1929 la gran efigie de Colón que se alza en la Punta del Sebo, un monumento convertido en símbolo de la ciudad de Huelva y en premio de su Festival de Cine Iberoamericano. La icónica representación del marino, tan misterioso y controvertido en sus días como en los nuestros, muestra su mejor cara en el aniversario de la llegada a América tras haberse sometido recientemente a una profunda restauración.
Fotos: Turismo de Andalucía
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