El 51% de la población española se encuentra actualmente en la ansiada fase 1, pero, ¿somos realmente conscientes de lo que eso supone?
La fase 1 de la desescalada postcoronavirus ha propiciado los encuentros entre familiares, amigos y seres queridos tras una casi setentena de confinamiento. El ser humano es un ser sociable por naturaleza, estamos programados para vivir en grupo, conectar con el resto de la humanidad y sociabilizar. Hemos tenido que convivir en contra de nuestra forma de ser, donde las reuniones, cumpleaños y efemérides las hemos celebrados a través de pantallas, ventanas y balcones. Y desde el comienzo, hemos tratado de lidiar con todo lo que ha supuesto estar encerrados, dejando a un lado, en muchas ocasiones, la salud mental. Hemos trabajado, cocinado, creado nuevos vínculos con nuestros compañeros de vivienda, nos hemos formado o incluso procrastinado sin más, pero sobre todo, hemos vuelto a retomar hobbies, deportes, lecturas y juegos de mesas, olvidando el verdadero fin de quedarse en casa.
Lo que el pasado viernes 13 de marzo empezó como quince días para #frenarlacurva con iniciativas como el #quedateencasa retumbando de fondo con el Resistiré como himno que podría haberse quedado en una anécdota bonita que pasase a la historia, iniciativas llenas de solidaridad ciudadana y empatía social, han ido decayendo poco a poco, hasta llegar a tal punto que la propia sociedad está dividida en bandos, las miles de cifras de personas muertas han quedado reducidas a simples números y el resto de personas que vivimos en la incertidumbre de volver a ser lo que éramos únicamente miramos por nosotros mismos y por salir a la calle, olvidándonos de que somos el país europeo donde más personal sanitario está contagiado y donde aún nos cuesta bajar de la barrera psicológica de los 200 muertos diarios. Sin olvidar que contamos con más de 35.000 personas que sí que no podrán volver nunca más a ver a sus seres queridos ni a disfrutar de su ciudad.
Ahora que hemos pasado lo peor, un hecho histórico que quedará marcado como posiblemente la peor pandemia del milenio, donde la humanidad está parada, ha cambiado su reloj de vida, y donde el confinamiento está sacando lo mejor y lo peor del ser humano, debemos seguir cumpliendo y empezar a darnos cuenta de que vivir es aprender a dejar todo lo que hemos ganado y de que la realidad y normalidad tal y como conocíamos, aún tardará mucho por volver.
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