Foto: @GranadaCdeF
Fue la Liga de las dos ligas. La primera, la de siempre, la que protagonizaban los goles y los regates pero también esos otros actores que tanto hemos echado de menos en este final acelerado y tardío. El balón volvió a rodar cuando la presión de los euros empezó a pesar más que la de los médicos, pero los estadios habían enmudecido. Huérfanos del calor de los suyos, los futbolistas han vivido la que probablemente sea la experiencia más extraña de sus carreras: nadie coreando sus goles, todos pendientes de la distancia impuesta a la hora de celebrarlos.
Cara y cruz, como la propia competición, han tenido los equipos andaluces que han competido en Primera. El orgullo desborda las sonrisas de la afición del Granada. La suya es la prueba de que los sueños de los modestos no tienen por qué ser imposibles. Nadie contaba con que un recién ascendido tosiera a los grandes y llegase a liderar la clasificación. Los de Diego Martínez rozaron las mieles de una final de Copa que estuvo en sus manos, pero valió la pena la decepción. El destino le reservaba un premio mayor. El Granada llegaba a la última jornada dependiendo de una carambola para clasificarse para la Europa League. Hicieron sus deberes con un contundente 4-0 al Athletic Club, pero hubo que esperar a que el Levante derrotase al Getafe en un inacabable descuento para certificar la llegada de las competiciones europeas a la ciudad de la Alhambra.
El Sevilla, por su parte, llegaba ya sin presion, asentado a una cómoda distancia en una cuarta plaza que le da acceso a la Champions. El parón de la covid no sentó mal a los de Lopetegui, que no han perdido ninguno de los diez partidos jugados tras la cuarentena y finiquitaban en casa una buena temporada venciendo al Valencia por la mínima.
El otro equipo de la ciudad ha sido el sufridor de la temporada. Cinco puntos es el escueto margen que ha separado al Betis del descenso. Los verdiblancos se ha sentido tan en tierra de nadie que ni han esperado al final de la Liga para pensar en el curso que viene. Hace unos días se presentaba como nuevo entrenador a Manuel Pellegrini. Viejo conocido de los banquillos andaluces, su último equipo en nuestro país fue el Málaga antes de emigrar a las ligas británica y china. El veterano chileno deberá apaciguar con resultados el descontento de una afición bastante crítica con la directiva del club.
Aún es pronto para saber cómo será la Liga 20-21, si los equipos podrán reencontrarse con su afición, si un nuevo confinamiento cercenará la campaña en dos mitades. Lo que podemos asegurar es que, se juegue cuando y como se juegue, habrá más que contar en clave andaluza. A la vuelta segura del Cádiz a la élite aún queda la esperanza de sumar, por la vía del playoff, un ascenso del Almería que aumentaría la representación andaluza a una cuarta parte del total de equipos en Primera.
Comments