Las librerías forman parte de los establecimientos que pueden abrir sus puertas desde el inicio de la fase 1 de la desescalada. Lo han hecho con ilusión, pero también con las secuelas de un importante castigo: según los datos de la Federación Andaluza de Libreros, durante la cuarentena las ventas no han llegado al 25% de lo facturado en el mismo periodo de 2019. Además, las limitaciones de aforo impiden celebrar en muchos establecimientos eventos como presentaciones o talleres, que dinamizan su actividad y son un reclamo para la clientela.
Frente a la competencia de la venta online, FAL lamenta que algunos de los principales fuertes de las librerías tradicionales, como el contacto directo con el libro o el trato personalizado del librero, continúan obstaculizados por los protocolos higiénicos impuesto por la covid. Además, reclaman una mayor ayuda de una Consejería de Cultura, que, en palabra del presidente de FAL Juan García Villadeamigo, no cuenta con los fondos que necesita.
Ante esta situación en cultura, el sector mira con esperanza al departamento de Educación. Para el 80% de las librerías andaluzas, la venta de libros de texto supone el 75% de sus ventas anuales. El horizonte del próximo septiembre les permite soñar con un respiro que, al menos, les permita cubrir los gastos de lo que queda año y no tener que bajar definitivamente las persianas de sus negocios.
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